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Los dieciséis y él


John Boorman, Bahman Ghobadi, Carlos Sorin, Tom DiCillo, Agnieszka Holland, Marion Hänsel, Nick Broomfield, Hirokazu Kore-eda, Heddy Honigmann, Antonio Chavarrías, Rajko Grlić, Javier Rebollo, Martial Fougeron, Bahman Ghobadi, Im Sang-Soo, Bobcat Goldthwait y Víctor García León.

Había decorado las paredes, escogido las vistas, llenado las estanterías e incluso me permití el lujo de tener mi primer capricho con un equipo de música. Pero faltaba lo más importante: una fiesta de inauguración. Cogí la agenda de mi teléfono móvil y decidí llamar a dieciséis personas que podrían dejar huella en mi habitación doble. Tenían que ser personas del mundo del cine y que estuvieran implicadas, de algún modo, con el Festival de Cine de San Sebastián y creo que acerté porque la lista de nombres que habéis visto son los directores que competirán para llevarse la Concha de Oro.

Una vez los había localizado a todos, pensé que faltaba alguien. Alguna persona que pudiera darnos consejos especiales y que tuviera voz en la mesa, alguien con quien ir a hablar durante los cafés. No dudé que tenía que ser Lars von Trier, que además vendrá a San Sebastián con una comedia Dogma bajo el brazo: The Boss Of It All. Casi nada para completar junto Más allá del espejo de Joaquim Jordà (ambas fuera de concurso), una Sección Oficial de auténtico lujo.

Sobre los films que optarán a la Concha de Oro os iré informando en los próximos posts, pero me gustaría centrarme en la figura de Lars von Trier, que a falta de confirmar su asistencia en San Sebastián (padece aviofobia o pánico a volar), representa una de las figuras más importantes del cine contemporáneo. Criado en un ambiente de pensamiento de izquierdas y de amantes de películas, comenzó a despuntar a principios de los 80 consiguiendo varios premios en el Festival de Cine de Munich con sus películas de estudiante. De ahí que después de graduarse en la escuela de cine de Copenhague, consiguió que en 1983 le produjeran su film de debut: The Element of crime, la primera parte de una trilogía sobre Europa y que ya le valió el reconocimiento al logro técnico en el prestigioso Festival de Cannes. A esta película la siguieron Epidemic y Europa y siguió experimentando con Dimension, que se filma en segmentos de tres minutos durante treinta años y cuyos resultados aún están por verse.

Lars von Trier sufrió un revés emocional al descubrir, a través de su padre biológico, que su madre había muerto. En ese momento sus ideales cambiaron y tras convertirse al catolicismo, dejó aparcado su técnica de perfección (evidente en su trilogía europea) para lograr la honestidad incluso al realizar sus películas. Por ese motivo, von Trier se convirtió en el coautor del Dogma 95 junto con Dane Thomas Vinterberg. A grandes rasgos, este manifiesto se trata de un llamado colectivo que exhorta el regreso a historias más creíbles en la industria fílmica, dejando a un lado los efectos especiales y reduciendo el uso técnico al mínimo. El resultado son películas rodadas con cámara al hombro, con iluminación natural y editadas de imprevisto haciéndolas desencajar con los tiempos y dotándolas de un aspecto documental o informal para crear un mayor realismo.

Con la implantación del Dogma 95 en sus métodos de trabajo, llegó el film Los idiotas, una propuesta donde un grupo de actores sin ensayos previos conviven en un hogar en el cual todos fingen ser deficientes mentales para así librarse de las ataduras de la sociedad. Después, Lars von Trier aceptó la aventura del drama musical con Dancer in the dark y le propició un reconocimiento a nivel mundial inesperado después de arrasar en Cannes: Palma de Oro a mejor película y mejor actriz para la polifacética islandesa Björk.

El director danés había conseguido (gracias a sus ideales del Dogma 95) ser transgresor sin que nadie lo considerara un lunático, sino un maestro. Por eso, y con sus ideales ya aparcados, emprendió la trilogía completa sobre la sociedad de Estados Unidos. De momento hemos visto Dogville y Manderlay y para el 2009 está previsto el desenlace con Washington. De momento, disfrutaremos con su presencia con esa comedia Dogma titulada The Boss Of It All que se presentará en San Sebastián.

Creo que valía la pena detenerme en ese personaje y espero que hayáis aprendido algo más sobre este mundo. Aunque Dancer in the dark estuvo nominada al Oscar a mejor canción, no me acabó de convencer para que la escucharais, así que os dejo con lo que ha sido mi banda sonora mientras escribía el nuevo post. Se trata del clásico de Joy Division Love will tear us apart que sí aparecía en una película también transgresora de Michael Winterbottom: 24 hous party people.

Agur.

Love will tear us apart