viernes, diciembre 01, 2006

Sangre de tu sangre


“De vez en cuando camino al revés: Es mi modo de recordar. Si caminara sólo hacia adelante, te podría contar cómo es el olvido”. Con esta cita de Humberto Ak’abal me gustaría empezar mi nuevo post para una habitación doble que se sigue llenando de invitados. Si no mirara hacia atrás no me quedaría el mal recuerdo de una noche en el paupérrimo servicio de urgencias de la Seguridad Social de nuestro país (nada importante, sólo me tuvieron dos horas sangrando por la boca). Pero del mismo modo, si solamente mirara hacia delante, tampoco podría recordar que por las estanterías de la habitación doble se han visto ya muchas cosas interesantes. Y la verdad es que en una red cada vez más inundada por los fotolog (muchos de ellos apasionantes también), puedo estar orgulloso de mantener las cuatro paredes de este pequeño proyecto. Además, cuando la habitación se vacía y me quedo solo en ella, encuentro un espacio donde estar tranquilo, sin ningún ruido y con muchos recuerdos.

Aunque sean unos meses poco cinematográficos por la gran cantidad de trabajo de un pluriempleado en prácticas (así me defino), mi calendario siempre tiene una cita marcada a finales de noviembre. Badalona, una de las ciudades más raras del mundo según sus propios habitantes, acoge el festival internacional de cine Filmets, una propuesta interesante, pero que poco tiene de festival y menos aún de internacional. Os cuento: el teatro Zorrilla, acoge durante una semana la proyección de cortometrajes de diferentes países (de aquí a que sea internacional) en unos horarios marcados por un grupo de gente que parecen de una secta llamada Badalona Comunicació. Pensad que he estado colaborando con ellos y tengo amigos trabajando allí, pero aún así, creo que coinciden conmigo. Entre el público de las sesiones vespertinas no demasiada variedad. Un par de culturetas jóvenes y el resto, tres autocares del INSERSO a los que les atrae la propuesta porque además de ver cortometrajes que no entienden, es gratuito.

A parte de todo esto, pude ver un poco de todo. Tengo que decir que el nivel era más alto que en otras ediciones y algunas piezas era para verlas un par de veces más y reflexionar sobre ellas. Siempre he pensado que es mucho más complicado hacer un buen cortometraje que un largo. Me refiero, sobretodo, a aquellos que nos cuentan algo estructurado y no los denominados experimentales, que serían otro mundo. Creo que sin demasiados medios, pero con mucha originalidad y otro tanto de buen gusto, se consiguen pequeñas joyas como A new soul, Hibernation o Banquise, tres propuestas muy distintas entre ellas, pero que llamaron mi atención.

A new soul es de lo que llamaba antes cine experimental, sobretodo porque se buscan nuevos lenguajes y nuevos elementos que pueden utilizarse en el cine. Un juego de luces, nunca mejor dicho, que me recordó a la etapa de realizador de videoclips de Michel Gondry, el maestro, por excelencia, de los nuevos lenguajes cinematográficos. Lo mejor es que era la idea la tuvo alguien de aquí. Así que felicidades por el trabajo.

Con Hibernation, una propuesta inglesa, me acordé de aquellas películas que veía de niño, donde los protagonistas, desde su refugio de un árbol (siempre me ha gustado este sitio), creaban sus propias historias y tenían sus roles. En esta cinta de 15 minutos, podremos ver con el envoltorio del juego de niños, una historia un tanto fantástica sobre la pérdida de alguien cercano.

Y por último, Banquise, un corto de animación que llegó desde Francia y que cautivó, sobretodo por el gusto de los ilustradores que decidieron transformar sus creaciones en una pequeña historia sobre un niño, que avergonzado de su aspecto, decide ir todo el año tapado de pies a cabeza con abrigo, gorro y bufanda incluidos. Para sofocar el calor, decide recluirse dentro de la nevera de su casa. Se le puede ver una lectura de cine adulto por un mensaje final inesperado y cruel. El toque transgresor que convirtió una historia convencional en algo original.

Creía que no tenía suficientes ideas para hacer un nuevo post y creo que al final me han sobrado. De todos modos, os dejo con la habitual sección de los viernes en Ràdio Tiana, Fila 1. Siento el retraso, pero espero que la edición del pasado 11 de noviembre os sea útil a algunos.

Agur.

Fila 1 11.11.06

sábado, noviembre 18, 2006

Frívolo


Que da gran importancia a cosas banales, fútiles. De poco peso, de poca importancia para que alguien se interese, fútil. Estas son las definiciones de diccionario del adjetivo “frívolo”, el nuevo título del post de esta semana. Quizás alguien me acuse de plagio, pero creo que aún no ha sido registrado en la propiedad intelectual, así que después de unos días sin publicar, creo que este tema puede dar mucho de sí. Sobretodo porque pienso que es una práctica (la de frivolizar) que cada vez está más de moda. En una conversación entre copas, hablé sobre el sexo y si se frivoliza sobre el tema. La conclusión es que sí aunque todo el mundo diga no porque le damos una gran importancia y nos olvidamos de otras cosas mucho más trascendentales ya sea por egoísmo o por instinto animal. Con eso no quiero decir que el sexo no importe en una pareja, ni mucho menos, aunque en general está sobrevalorado y considerado una meta a la que tenemos que llegar para sentirnos mejor.

Si tenéis el suficiente valor para acercaros al cine y ver un documental (práctica que recomiendo hacer de vez en cuando), veréis que esto de frivolizar es realmente cool. A través de este género se pone en evidencia que llevamos un vendaje sobre los ojos que no nos permite ver todo aquello que realmente importa. Dejando al margen el papel de los medios de comunicación, que nos ocultan más de lo que nos enseñan (y eso que estoy intentando ser periodista), creo que hay herramientas suficientes, y entre ellas está la cabeza, para poder pensar y plantearse enseñar a los demás a apartarse de esa frivolización que impulsan los poderes políticos y comunicativos.

No sé si Davis Guggenheim pensó todo esto antes de dirigir su documental Una verdad incómoda, pero a mi sí que me lo pareció. Además, tiene el ingenio suficiente para enseñar y a la vez entretener. ¿Cuántas veces nos hemos aburrido en conferencias que no llevaban a ningún sitio, no por lo que se decía sino por cómo se exponían las ideas? Pues bien, Una verdad incómoda me ha servido para romper este mito de que la teoría es monótona. Además sobre un tema menospreciado y olvidado como es el del calentamiento global del planeta y sobre el cual, Davis Guggenheim hace una labor didáctica para que salgamos del cine convencidos de que algo tenemos que hacer para evitar grandes catástrofes. Además, su técnica narrativa evoca a algunos hechos ya sucedidos como el huracán Katrina en Nueva Orleáns o el Tsunami que azotó las costas Tailandesas, que dan motivos al espectador que todo aquello sobre lo que habla no es una simple posibilidad, sino un hecho que ya está ocurriendo.

Quizás el único lunar del documental es la persona que conduce toda esta explicación. No por la manera cómo lo hace, sino por quién es. Se trata de Al Gore, aquel político norte-americano que perdió la presidencia de su país a favor de un tal George W. Bush, que le robó unos cuántos miles de votos en Florida. Pues bien, coincidiendo con las actuales elecciones legislativas (ya es casualidad) se lanzó el documental que además de exhibir brillantemente todo el tema del calentamiento global, repasa la carrera del demócrata Al Gore. Así que el cine politizado (que no político) resta credibilidad a un gran trabajo del director de Rumores que matan, Davis Guggenheim.

Y después de dos semanas bastante estresantes, vuelve una nueva edición de Fila 1, en este caso la del día 3 de noviembre, para todos los amigos de este blog que no tiene una regularidad estricta, pero que sigue vivo. Y muy vivo.

Agur.

Fila 1 03.11.06

sábado, noviembre 04, 2006

Labios


Podría verla cada día sentada en esa parada de autobús leyendo uno de esos sábana que le cubren la cara. Podría pasarme horas apoyado en esa farola observándola sin pensar nada, incluso creyendo que su naturalidad podría pasar desapercibida para muchos. Mirando su expresión podría pensar que es inocente y sobretodo infantil, pero sin embargo hay algo en sus rasgos que me desconcierta. Quizás su rostro con cierto aire a las pin up’s de los años 50. Y es que oculta algo que me hace pensar que el niño soy yo, porque cada vez que levanta su cabeza para ver si llega su autobús me derrumbo ante sus gestos. Alguna vez he pensado como sería una conversación con ella, pero su voz, que nunca he escuchado, seguro que me haría cambiar el discurso de inmediato.

En casa, sus padres trabajan todo el día y ella llega sobre las 3 de la tarde y come algo rápido en el sofá mientras lee los apuntes de las clases de la mañana. Después se desfasa unos minutos escuchando Depeche Mode hasta que decide seguir con los apuntes que le quedaron atrasados. Cuando haya encendido el flexo de su habitación, continuará con Siete hermanos de David Trueba que su mejor amiga le recomendó. Antes de cenar quedará con ese chico que conoció en esa parada de autobús mientras leía uno de esos sábana.

Este pequeño relato es otra de mis paranoias después de ver Scoop de Woody Allen. Os preguntaréis qué tiene que ver esa historia con la nueva aventura de uno de los genios del cine contemporáneo (quien quiera que me lo discuta, estaré encantado). Pues sobretodo tiene que ver con su protagonista, Scarlett Johansson, musa de Allen y una de las actrices, que con 22 años, ha demostrado más que algunas estrellas que le doblan e incluso le triplican la edad. Una de las cosas que más me fascina de ella, es su naturalidad y puede que esté influenciado por su primer papel adulto en Lost in translation de Sofia Coppola. Esa chica que paseaba sola con su paraguas por las calles de Tokio y que yo he trasladado a Barcelona con mi historia de bolsillo.

Pero en definitiva, todo se trataba de una excusa para hablar de Scoop, la película número 38 de Woody Allen y quizás un resumen de los recursos argumentales más utilizados por el cineasta a lo largo de su carrera. Como Sergi Sánchez comenta muy bien en su crítica en Fotogramas, “en su prolífica vejez, Allen demuestra que quiere seguir jugando con el lenguaje, que continúa preocupándose por la naturaleza del relato; que, en definitiva, no se cansa de reflexionar sobre los dos vectores que han guiado su fértil y memorable filmografía”. Esos dos vectores a los que Sánchez se refiere son la tragedia que vemos en Match Point y el vodevil de Scoop. Pero en ambos casos, una sucesión de acontecimientos surrealistas envueltos de numerosos gags irónicos y sarcásticos del director que él mismo interpreta en el papel de un ilusionista venido a menos. Ese personaje cargado de patetismo que siempre ha acompañado a Woody Allen, el hombre que alguna vez dijo que el cerebro era su segundo órgano favorito, pero que sin duda lo usa muy bien.

Y sobre esta película también hice un pequeño comentario en la sección Fila 1 del pasado 27 de octubre. Espero que la disfrutéis y que no dudéis en mandarme críticas e ideas para ir mejorando cada vez más.

Agur.

Fila 1 27.10.06

viernes, octubre 27, 2006

El resto


Os voy a ser sincero. Hasta aquí llegó el diario de a bordo en San Sebastián. A partir de ese día decidí cambiar mi rutina, o mejor dicho, mi rutina se vio abordada por un pintxo gigante que me perseguía por todas partes. Al principio nos llevábamos bastante bien, pero luego me empecé a cansar de él hasta el puntó que decidí dejar la relación. Aún así, no fue fácil y pasé muy malos momentos hasta que limpié mi consciencia (y algo más).

Aunque flirteara con pintxo, el ritmo de películas seguía siendo igual de elevado y su nivel de calidad también. No os contaré todo lo que viví en los seis días siguientes porque con el poco tiempo que dispongo para escribir en las paredes de mi habitación doble, llegaríamos a finales de 2007 con mi estancia en San Sebastián. Así que de los aproximadamente 25 títulos que aún quedarían por comentar, haré pequeñas menciones de lo más destacado de lo que fueron dos semanas de auténtica aventura cinematográfica.

Dos de las perlas que no puedo olvidar son Cashback y Little Miss Sunshine. La primera, porque sentirse tan identificado en una película me impresionó, y esta producción inglesa dirigida por el debutante Sean Ellis fue un espejo de muchas de las cosas que han ido pasándome estos últimos años. El protagonista tiene la virtud, en sus pensamientos de detener el tiempo a su gusto y crear su propio mundo, su burbuja. Un lugar que todos tenemos y que guardamos en secreto. Por si fuera poco, una banda sonora con algunos temas de los noruegos Röyksopp y unos exteriores de North London en los que algún día me encantaría instalarme durante un tiempo. El argumento quizás dejará indiferentes a muchos otros, incluso lo destrozarán algunos críticos que se durmieron en la sala, pero lo cierto es que una vez más el mundo onírico y los pensamientos llevados a la gran pantalla dejan muy buen sabor de boca.

De Little Miss Sunshine solo os puedo decir un par de cosas. La primera, que la vayáis a ver al cine porque se estrenó hace una semana y la segunda, por suerte, es que en Estados Unidos quedan muchos talentos por descubrir. El matrimonio formado por Jonathan Dayton y Valerie Faris, que ya habían arrasado en publicidad y vídeos musicales (Oasis, Red Hot Chilli Peppers, Apple, Ikea son algunos de sus clientes), empiezan la aventura cinematográfica con Little Miss Sunshine, una road movie con diálogos irónicos que se apartan de los cánones de este subgénero. Los alicientes habituales están: una furgoneta Volkswagen de los años sesenta, la Ruta 66, los bares y moteles de carretera y otros tópicos que conviven con una familia atípica. Todos ellos con particularidades tan extrañas como la adicción a la cocaína del abuelo o la promesa del hijo adolescente de seguir los métodos de Nietzsche para sentirse realizado. No os avanzo mucho más, pero ellos y el resto de la familia emprenden un viaje para que Olive, la hija menor, pueda participar en un concurso de belleza. El resultado de todo este cóctel es una comedia plagada de situaciones, en algún caso tan paranoicas, que nos harán reír durante 100 minutos.

Del resto de películas me gustaría destacar los países de procedencia. Por ejemplo, el cine islandés, danés, alemán, filipino o cubano tuvieron su presencia en el Festival de San Sebastián. De todos los proyectos se desprende una misma conclusión: que las ideas están por encima del dinero. Y es que no es necesario un gran presupuesto para conseguir contar una historia que llegue a los espectadores e incluso con la improvisación de los actores, ni un guión es necesario. Si queréis comprobarlo, no dejéis de ver So long my heart, un trabajo de Oliver Paulus y Stefan Hillebrand, dos nombres que tendré que empezar a seguir.

Lo que espero que sigáis con mucha atención es mi trabajo semanal en Ràdio Tiana. Para los que la puerta de la habitación doble se ha abierto hace poco, podéis ver de qué se trata en anteriores posts. Para los habituales y conocidos, os dejo con la sección Fila 1 del pasado 20 de octubre.

Agur.

Fila 1 20.10.06