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Labios


Podría verla cada día sentada en esa parada de autobús leyendo uno de esos sábana que le cubren la cara. Podría pasarme horas apoyado en esa farola observándola sin pensar nada, incluso creyendo que su naturalidad podría pasar desapercibida para muchos. Mirando su expresión podría pensar que es inocente y sobretodo infantil, pero sin embargo hay algo en sus rasgos que me desconcierta. Quizás su rostro con cierto aire a las pin up’s de los años 50. Y es que oculta algo que me hace pensar que el niño soy yo, porque cada vez que levanta su cabeza para ver si llega su autobús me derrumbo ante sus gestos. Alguna vez he pensado como sería una conversación con ella, pero su voz, que nunca he escuchado, seguro que me haría cambiar el discurso de inmediato.

En casa, sus padres trabajan todo el día y ella llega sobre las 3 de la tarde y come algo rápido en el sofá mientras lee los apuntes de las clases de la mañana. Después se desfasa unos minutos escuchando Depeche Mode hasta que decide seguir con los apuntes que le quedaron atrasados. Cuando haya encendido el flexo de su habitación, continuará con Siete hermanos de David Trueba que su mejor amiga le recomendó. Antes de cenar quedará con ese chico que conoció en esa parada de autobús mientras leía uno de esos sábana.

Este pequeño relato es otra de mis paranoias después de ver Scoop de Woody Allen. Os preguntaréis qué tiene que ver esa historia con la nueva aventura de uno de los genios del cine contemporáneo (quien quiera que me lo discuta, estaré encantado). Pues sobretodo tiene que ver con su protagonista, Scarlett Johansson, musa de Allen y una de las actrices, que con 22 años, ha demostrado más que algunas estrellas que le doblan e incluso le triplican la edad. Una de las cosas que más me fascina de ella, es su naturalidad y puede que esté influenciado por su primer papel adulto en Lost in translation de Sofia Coppola. Esa chica que paseaba sola con su paraguas por las calles de Tokio y que yo he trasladado a Barcelona con mi historia de bolsillo.

Pero en definitiva, todo se trataba de una excusa para hablar de Scoop, la película número 38 de Woody Allen y quizás un resumen de los recursos argumentales más utilizados por el cineasta a lo largo de su carrera. Como Sergi Sánchez comenta muy bien en su crítica en Fotogramas, “en su prolífica vejez, Allen demuestra que quiere seguir jugando con el lenguaje, que continúa preocupándose por la naturaleza del relato; que, en definitiva, no se cansa de reflexionar sobre los dos vectores que han guiado su fértil y memorable filmografía”. Esos dos vectores a los que Sánchez se refiere son la tragedia que vemos en Match Point y el vodevil de Scoop. Pero en ambos casos, una sucesión de acontecimientos surrealistas envueltos de numerosos gags irónicos y sarcásticos del director que él mismo interpreta en el papel de un ilusionista venido a menos. Ese personaje cargado de patetismo que siempre ha acompañado a Woody Allen, el hombre que alguna vez dijo que el cerebro era su segundo órgano favorito, pero que sin duda lo usa muy bien.

Y sobre esta película también hice un pequeño comentario en la sección Fila 1 del pasado 27 de octubre. Espero que la disfrutéis y que no dudéis en mandarme críticas e ideas para ir mejorando cada vez más.

Agur.

Fila 1 27.10.06