Frívolo
Que da gran importancia a cosas banales, fútiles. De poco peso, de poca importancia para que alguien se interese, fútil. Estas son las definiciones de diccionario del adjetivo “frívolo”, el nuevo título del post de esta semana. Quizás alguien me acuse de plagio, pero creo que aún no ha sido registrado en la propiedad intelectual, así que después de unos días sin publicar, creo que este tema puede dar mucho de sí. Sobretodo porque pienso que es una práctica (la de frivolizar) que cada vez está más de moda. En una conversación entre copas, hablé sobre el sexo y si se frivoliza sobre el tema. La conclusión es que sí aunque todo el mundo diga no porque le damos una gran importancia y nos olvidamos de otras cosas mucho más trascendentales ya sea por egoísmo o por instinto animal. Con eso no quiero decir que el sexo no importe en una pareja, ni mucho menos, aunque en general está sobrevalorado y considerado una meta a la que tenemos que llegar para sentirnos mejor.
Si tenéis el suficiente valor para acercaros al cine y ver un documental (práctica que recomiendo hacer de vez en cuando), veréis que esto de frivolizar es realmente cool. A través de este género se pone en evidencia que llevamos un vendaje sobre los ojos que no nos permite ver todo aquello que realmente importa. Dejando al margen el papel de los medios de comunicación, que nos ocultan más de lo que nos enseñan (y eso que estoy intentando ser periodista), creo que hay herramientas suficientes, y entre ellas está la cabeza, para poder pensar y plantearse enseñar a los demás a apartarse de esa frivolización que impulsan los poderes políticos y comunicativos.
No sé si Davis Guggenheim pensó todo esto antes de dirigir su documental Una verdad incómoda, pero a mi sí que me lo pareció. Además, tiene el ingenio suficiente para enseñar y a la vez entretener. ¿Cuántas veces nos hemos aburrido en conferencias que no llevaban a ningún sitio, no por lo que se decía sino por cómo se exponían las ideas? Pues bien, Una verdad incómoda me ha servido para romper este mito de que la teoría es monótona. Además sobre un tema menospreciado y olvidado como es el del calentamiento global del planeta y sobre el cual, Davis Guggenheim hace una labor didáctica para que salgamos del cine convencidos de que algo tenemos que hacer para evitar grandes catástrofes. Además, su técnica narrativa evoca a algunos hechos ya sucedidos como el huracán Katrina en Nueva Orleáns o el Tsunami que azotó las costas Tailandesas, que dan motivos al espectador que todo aquello sobre lo que habla no es una simple posibilidad, sino un hecho que ya está ocurriendo.
Quizás el único lunar del documental es la persona que conduce toda esta explicación. No por la manera cómo lo hace, sino por quién es. Se trata de Al Gore, aquel político norte-americano que perdió la presidencia de su país a favor de un tal George W. Bush, que le robó unos cuántos miles de votos en Florida. Pues bien, coincidiendo con las actuales elecciones legislativas (ya es casualidad) se lanzó el documental que además de exhibir brillantemente todo el tema del calentamiento global, repasa la carrera del demócrata Al Gore. Así que el cine politizado (que no político) resta credibilidad a un gran trabajo del director de Rumores que matan, Davis Guggenheim.
Y después de dos semanas bastante estresantes, vuelve una nueva edición de Fila 1, en este caso la del día 3 de noviembre, para todos los amigos de este blog que no tiene una regularidad estricta, pero que sigue vivo. Y muy vivo.
Y después de dos semanas bastante estresantes, vuelve una nueva edición de Fila 1, en este caso la del día 3 de noviembre, para todos los amigos de este blog que no tiene una regularidad estricta, pero que sigue vivo. Y muy vivo.
Agur.
Fila 1 03.11.06